“Los cuatro personajes cabalgaron hasta llegar
a un desierto de arena marrón, el sonido del viento, que era el eco de la
profundidad desoladora, desafiaba el valor de cualquier bravo aventurero que fuese capaz de recorrer la región más
lúgubre del continente. Empotrado dentro del insólito desierto un
cautivador poder era la fuente de
ambición para valerosos y temerarios. El develar absoluto, La Verdad, residía
incrustada en su centro. Casi a cincuenta metros de altura, unas gigantescas
anguilas flotaban gracias a los gases arremolinados en sus entrañas. De las fauces de estos míticos seres emanaba
el fuego que enrojecía las densas nubes,
la región envuelta por un calor sofocante a penas dejaba entrever el
diminuto disco amarillento colgado del cielo. Truenos cantaban un himno de terror e hileras
de relámpagos caían cerca de las montañas rocosas donde nada crecía. El miedo,
a fin de cuentas, terminaba por embargar a quien cruzase este inframundo, olvidando la inicua y
sintética naturaleza que lo componía.”
Del libro de Guillermo, capítulo homónimo
al título de la novela.
El Desierto de la Revelación fue
la primera novela que logré terminar sin desfallecerme en el intento, como era mi costumbre.
Supuestamente es del género ciencia ficción (futurista) ubicada en el simulado
archipiélago de Centro América. Su protagonista era el joven Reimar Maltus, un “desplazado”
con dotes muy singulares que busca escapar de la pobreza y el desamparo, todo para darle
un propósito a su vida.
Envié propuestas a un montón de casas editoras
especializadas en dicho género, sólo una me contestó una para notificarme, con
suma cortesía, que la obra fue rechazada. Por el resto fui ignorado. Un trabajo
largo que me tomó casi dos años completar. Algo ingenuo y con visos de aventura.
Mi primer fiasco como escritor. Pero aún la conservo.
Saludos.
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