"El cielo nublado que promete la
lluvia no hace acto de presencia, incumple su amenaza enviando truenos y
relámpagos del perro que ladra pero no muerde. Se esfuma la impotencia de
verano. Los transeúntes pasan a formar parte de un torrente que en su interior
es inundado por la vaguedad. Entre chapoteos –que al fin se inventó el cielo-
los pasos anfibios avanzas firmes y certeros a través de estos dos ambientes contrapuestos
que colapsan. La sal de una lágrima crea el brillo distintivo que la separa del
colectivo tormentoso. Lacrimosa presencia que persigue sin tregua, atrapándome
en su manos irreales. La nostalgia mantiene esta cordura torpe y coja, sí, el
deseo hace avanzar en medio de la precipitación que clama por tu presencia
invita."
Del libro "Reloj de Arena" Por David Morán & Luis Amézaga.
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