lunes, julio 25, 2005

Aquiles y el Chocolate Mágico


I
Sharon dio a luz un hermoso niño al cual le puso por nombre Aquiles, cuando lo vio por primera vez supo que su marido no era el padre de éste; asimismo, presintió que su compañero de vida lo sabría también en cualquier momento. En fin, como el recién nacido era ilegítimo y, para evitar que su cónyuge tomara represalias, decidió escapar de su hogar y se refugió en las ásperas tierras Yantea. Que quedan lejos, muy lejos.

Para desgracia de la pobre mujer, su marido, cuya vergüenza le pesaba como dos cuernos de buey, no quiso dejar las cosas así, juró que se vengaría tomando la vida del inocente Aquiles. Al saber esto mediante terceras personas, Sharon, ya de por si atribulada por la vida indigente, se vio obligada viajar de manera errante por aquellos parajes templados; de un lugar a otro iba con su retoño sabiendo que era perseguida, pues conocía hasta donde podía llegar la maldad de aquel hombre.

Pasado algunos meses, Sharon decidió que, si por esas cosas de la vida su hijo le tocaba morir prematuramente, sería bueno bautizarlo. Ella tenía sus creencias, pero era más supersticiosa que otra cosa. Conoció en sus andanzas un viejo monasterio en lo alto de una colina, el lugar era casi inaccesible, se llamaba “El monasterio de la Rabia”. Llevó a Aquiles al lugar para solicitar que lo bautizaran; al entrar en el misterioso recinto un monje rechoncho la recibió con agrado; accedió a bautizar al niño. Durante un largo conversatorio Sharon reveló la tragedia a su anfitrión.

El moje en cuestión era un maestro artesano de la buena cocina, entre su especialidad estaba el chocolate; mientras la mujer terminaba de narrar su historia al monje, Aquiles, que ya podía dar sus primeros pasitos, decidió hacer una pequeña incursión por la cocina eclesial y se topó con una olla llena de chocolate espeso que estaba en el suelo, luego de trastabillar calló en ella y, si no fuera por las manos del monje, se hubiese ahogado.

En ese instante el moje le dijo a la madre: -Mira mujer, creo que ya no debes preocuparte por la seguridad del niño, pues este chocolate en verdad es una especie de bálsamo… dirían algunos… mágico… pero está mal que yo lo diga así, resulta que esta dichosa sustancia es invulnerable a todo daño-. El chocolate se secó adhiriéndose definitivamente en la piel del infante. Ahora Aquiles contaba con una especie de capa que lo hacía lucir moreno. Sorprendidos estaban los adultos cuando vieron que el pequeño tocaba los calderos calientes y el mismísimo fuego sin que pasara daño alguno. El chocolate cubría su cuerpo pero no una parte vital… las nalgas. Si, en este caso fueron las nalgas. Así es que nada podía perjudicar o resentir el cuerpo de Aquiles exceptuando que le dieran por detrás. Pero claro, esto sólo lo sabía la mujer y el monje, el cual, al día siguiente de estos inverosímiles acontecimientos, amaneció muerto, nadie sabe por qué.

Hay que ver como la obsesión y el odio llevan a las personas a realizar actos brutales; al fin de tanto buscar, el marido mal pagado encontró a su esposa y al niño, arrebató sin escrúpulos a la criatura de las manos maternales y la estrelló contra el sueño… pero Aquiles, recostado boca abajo, se restregaba de alegría. Al ver esto, el hombre, ya extrañado, decidió apuñalarlo delante de su madre, pero la daga se encontró tras su paso una especie de campo de energía que la quebró al instante. ¡Era increíble! Intentó matarlo de muchas maneras, pero sólo logró que Aquiles sollozara un poco, y era porque tenía hambre.

Unos transeúntes que pasaban por ahí miraron lo ocurrido y se indignaron con la escena, llamaron a las autoridades que prontamente apresaron al bárbaro. Según se recuerda el tipo fue acusado de intento de asesinato y condenado a pasar el resto de su vida confinado a una rústica e incómoda bartolina, donde compartió hermosos y desdichados momentos con las ratas.

Una vez fuera de toda amenaza Sharon logró estabilizarse en un poblado, encontró trabajo y retomó otra vez su vida. El pequeño Aquiles crecía en la pobreza pero con el amor incondicional de su madre. En la medida que pasaban los años, se daba cuenta de su asombroso “privilegio”, el cual aprovecharía de manera muy singular llegando el momento debido …

Autor: David R. Morán

8 comentarios:

Luis Amézaga dijo...

Si ya decía yo que el chocolate era cosa buena, el de comer, no se me malinterprete.

Michi dijo...

David, no tendras un poquito de ese chocolate para el pobre Michi... :)
Supongo que continuara no?

scape95 dijo...

¡Me ha gustado! ¿Cuándo sigue?

Tbo dijo...

A mi me parece sospechosa la zona vulnerable...., también encuentro cierta reminiscencia con el Galo Obelix, también se cayo en la marmita de la poción mágica y luego no le daban "chocolate". Lástima con lo bueno que esta.

Me he quedado expectante con la historia de Aquiles. ¿Que más sucedera?.

P.D. Por si acaso, no lo metas en la cárcel.

David Morán dijo...

...Claro que continuará, esta sólo es la mitad de la historia, la partí en dos para que no me quedara tan largo el post. Ahí vamos a ver que le pasa a Aquiles en este cuento.

Musa Floydiana dijo...

Bastante Original. Se me apetece sin duda alguna vuestra segunda parte.
Besos, se despide Musa_Valeska.

http://musarara.blogspot.com

David Morán dijo...

La segunda parte ya esta lista, gracias por visitar neurocosmo Musa, te esperamos siempre.

Tbo dijo...

David con esa carita de bueno las mujeres te adoran..., jeje, saludos.