Estamos enojados hoy. En plena consternación por los últimos
acontecimientos que nos aconsejan, por así decirlo, subirnos las sábanas y
taparnos por entero la cabeza, para no ver y creer en este mundo. Quedarte metido en la cama parece el único escenario seguro si no deseas que te caigan piedras en la
cabeza al salir de casa, al trabajo, o cuando pierdes el tiempo deambulando entre
callejones oscurecidos y esquinas malolientes. Es un sin vivir, dicen algunos,
pero de eso se trata precisamente la torcedura, de contradecir la armonía con
el trastabillar y ese terrible grito que hacemos al
caer a un abismo que nosotros mismo hemos ideado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario