lunes, mayo 07, 2007

Diálogos Pueriles I

En algún café de la ciudad capital…

-…Para mí vale más el lujoso regalo de una persona que pasa por muchos sacrificios para obsequiármelo, ya que es una muestra de su gran cariño hacia mi persona, y no como el individuo que tiene bastante dinero, pues a éste le sale tan fácil como comprarse un refresco en la pulpería. Valoro más el esfuerzo de quien te ofrece mucho de lo poco que tiene, habla mejor de su cariño. ¿No crees?
-Para mí no, me daría igual, viniera de quien viniera el mentado regalo, de la persona con escasos recursos o a quien le sobra el dinero.
-¿Cómo? ¿No crees que valga más el esfuerzo de esa persona humilde que tiene que dar buena parte de sus ingresos por intentar quedar bien con vos?
-Si en ambos casos me regalaran una torta de mermelada, por poner un ejemplo, sería igual ¿Por qué tengo qué favorecer a uno en particular? Ambos regalos los recibiría con la misma consideración, valor y agrado de mi parte.
- Ya vas con tus cosas. Siempre llevándole la contraria a medio mundo. Para mí es el esfuerzo es lo que importa, representa un cariño mucho mayor.
-Bueno, es cuestión de enfoque.
-Ah, ya vas otra vez, cuestión de enfoque. Já.
-Así es, me intereso auténticamente por el objeto mismo más que por su valor comercial.
-Eso no tiene nada que ver con mi comentario. Veo que eres un materialista. Yo le doy mayor importancia al sacrificio que hacen por complacerme que al obsequio en sí. Sobre todo si se trata de una persona que desee amarme de verdad.
-Pobre del que desee amarte, pues va tener que pasar por una vida muy sacrificada.
-Vos no conoces el amor, sos demasiado egoísta.
-El amor es un sentimiento capaz de surgir en cualquier ser humano, así como el odio; incluso el mismo egoísmo es una forma de amor, es amarse a sí mismo. Considero que el amor no puede ser cuantificado de manera exacta, su evidencia en acciones a veces resulta tan falsa como ilusoria, mucha gente hace sacrificios por amor a otra persona, pero más adelante se nota que buscaban cosas tales como seguridad, estabilidad económica, cosas así.
-Concuerdo con algunos de tus puntos, pero está bien claro que vos aprecias más las cosas que por su valor en sí mismas en comparación con el esfuerzo que se puede hacer por regalártelas.
-Pues si me regalan un tunco de mierda, por mucho esfuerzo que hagan en cagarlo, no lo aceptaría. Venga de quien venga.
-¡Estoy hablando en serio, no seas vulgar o me voy!
-Bueno, bueno. No creas que desestimo los sacrificios o entregas, simplemente aplico la misma regla para las tortas de mermelada a las personas; me intereso auténticamente por ellas tal como son, sean que sus acciones me afecten o no, de ahí me surgen los sentimientos, cualesquiera que vengan y no necesariamente por su capacidad de hacer grandes sacrificios a mi favor. Eso es típico de individuos interesados en monopolizar la atención ajena sobre sí mismos. Se valen de un pasmado sentimental capaz de hacer cualquier disparate para complacerlos. Por eso muchas mujeres no tienen otra opción que terminan en un motel con su pareja por compromiso. Por otro lado, a los hombres les toca ser sirvientes de una jefa muy exigente. Mera prostitución.
-Ten cuidado con lo que dices. De todas maneras me parece inapropiada y fuera de lugar tu apreciación.
-Inapropiada ¿Por qué? Hablas que valoras a alguien que sea capaz de hacer grandes sacrificios por darte algo, incluso eso lo hace digno de tu amor, pero en realidad aprecias al que “ofrece mucho de lo poco que tiene” por mera compasión. Lo digo porque a pesar de todo tienes como pareja a un tipo acomodado. Supongo que este joven ha realizado innumerables sacrificios por ti. Quizás su mejor esfuerzo fue volverse rico para complacerte ¿O me equivoco?
-¡No creas que soy una de esas mujeres interesadas, me insultas con comentarios que ni siquiera vienen al caso!¡Tonto ignorante!
-Puede que no vengan al caso muchas cosas que te dije, que sean simples burradas, pero créeme, he realizado mis sacrificios en nombre del amor que han sido debidamente respetados, pero siempre me quedo con las manos vacías ¿Me entiendes? Eso sí, buen sexo nunca me lo han podido negar.

Autor: David R. Morán
Tegucigalpa
Mayo 2007

2 comentarios:

Luis Amézaga dijo...

Diálogo nada pueril. Bien claras ambas posturas. Y en ambas me siento reflejado. En unas ocasiones mi raciocinio se ha ido al hecho desnudo, y en otras la emoción ha valorado más las circunstancia, la persona y su gesto simbólico. Cómo se nota su sicología, querido David, a la hora de centrar a los personajes. Un placer.

Tbo dijo...

Nadie me ha regalado nunca una torta de mermelada, me pregunto que habré hecho bien para que me la regalen?. sin duda apreciaria el detalle. Un saludo.