El Encantador de Serpientes

Caminando sobre las ruinas de este pueblo perdido
En el no sé dónde, teñido de guerras endémicas,
Pastizales ardientes, sazonado con el ardor de las
Picaduras de avispas o de larvas parasitarias,
Se encuentra el encantador de serpientes entre dos
Elefantes grises bajo el ungüento carnal de tu cielo.

Caminando bajo la lluvia, agobiado por una sed y casi
Sin aliento, sale un canto mágicamente amalgamado con
El frío de las criaturas que hechiza con este, su último suspiro.

Y que decir de las serpientes que se abrazan con
Las manos llenas de fe bajo su crepúsculo,
A punto de ser partidas en dos, se confiesan.
Y dejan de vomitar las flores que se habían tragado
Durante años de cólera maldita y crucifijos besados
Mil veces por el deterioro de sus bondades indiferentes.

Hasta el día de hoy, bajo el encuentro del encantador
Aquellos estómagos voraces dejaron de digerir la flama
Que delinea sus corazones predeterminados a los eventos
Que injustamente juzgaron como culpables, y después
De años de sermones y peroratas decidieron dar muerte
Al futuro de sus hijos con sus acaloradas fantasías.

Aún ignoran la amplitud de sus mordidas sobre los
Los lomos de aquellas víctimas y del efecto de su veneno,
Que no es mas que sus reflejos invertidos con las medias
Tintas de un progreso prometedor. El encantador espera,
Tiernamente, que en alguna hora que marca la luna, puedan
Mudar la piel. Mientras tanto, las lleva a su ritmo, con
La esperanza de que en alguna hora nazcan los oídos con los
Cuales puedan escuchar el delirio de su música enamorada.

Mientras tanto sigue tocando, encantador de serpientes.
Sigue soñando que las llevas a las puertas del cielo,
Con el tono de la esperanza que lleva tú melodía.

David R. Morán
Tegucigalpa
1999

Referencia de la imagen: articuarius.com